miércoles, 6 de enero de 2016

“Lo Que Me Enseñó el Mar”
Se Humilde, Aprende a Recibir



Espero hayas pasado unas felices fiestas navideñas querido lector, en compañía de los que amas. Te cuento que me fui para navidad a las playas de Zihuatanejo, un paraíso maravilloso de la madre naturaleza para sus hijos, los que somos amantes de sol y el mar... como yo. Todo el tiempo estuve junto al mar, viendo amanecer, atardecer y anochecer, vi como se iba el sol entrando en el mar, conjuntando sus almizcles y alquimia para darle paso a la dama de la noche, espectacular. Los que vivimos en la ciudad, necesitamos escaparnos del asfalto y regresar cerca de la naturaleza, para revitalizarnos y armonizarnos con sus elementos, recordar que estamos hechos de barro, tierra y agua. Siempre que llego al mar, primero meto un pie y le pido a “Yemayá” (el mar), me de permiso de entrar a sus aguas, así te aseguras que ella te protegerá en sus profundidades. Le puedes llevar melaza, porque le encanta (piloncillo con agua), o chocolate líquido, o una sandía partida. También puedes ponerte miel de pies a cabeza para endulzarte y atraer el amor y la armonía y así entrar al mar para que ella absorba esa miel que también le fascina y te traiga el amor que deseas. Todos los días entraba al mar, me bañaba y me ponía en posición “Chakmool”, es decir, acostada boca arriba con las piernas abiertas  frente al mar; metiendo la energía del sol en mi vagina, subiéndola por la columna vertebral y sacándola por mi séptimo chakra de la coronilla y lanzándola otra vez al sol, haciendo un círculo de energetización al mismo tiempo que sentía, hacía el amor con el sol. Pero cada vez que yo hacía esto, el mar se ponía rudo conmigo, como si me diera cachetadas o golpeara el cuerpo enérgicamente, me di cuenta… que algo no le estaba gustando al mar. Hice meditaciones y varios ejercicios durante días, veía fijamente al sol al atardecer para absorber su energía… pero… Algo pasaba, algo estaba faltando o sobrando, la naturaleza misma me lo decía.


Posición Chakmool

Entonces, un día que me metí al mar sin ninguna intención, me acerqué y me metí con los pies flexionados hacia la izquierda, sin pensar en nada, sin deseos de absorber energía o de comunicarme con el mar, nada... Solo ahí sentada. Y de pronto, al mar se volvió muy dulce conmigo, llegaba juguetón y tierno, y me dijo mentalmente: “Así es como debes de llegar, receptiva, sin imponerte, sin mostrar tu poder o querer obtenerlo. Así, humilde y receptiva, esa, es la enseñanza que yo te puedo dar. Primero tienes que ver, qué es lo que el mar te quiere enseñar, sin tú pedir nada. Para ser receptiva, hay que aprender a recibir, y para aprender a recibir -“me dijo”- tienes que ser humilde”. Guau! qué gran enseñanza ¿no crees querido lector? Uno cree que aprender a recibir es fácil, aunque uno esté acostumbrado a dar por sentirse magnánimo. Pero no, el mar me dijo claramente, que para aprender a recibir, hay que ser humilde, receptivo, permitirte, abrirte, mostrar tu vulnerabilidad y dejar al descubierto eso, lo que necesitas, para que el mar, la naturaleza o tu pareja o amante, o tu familia, te lo puedan dar. Y para muestra un botón, te comparto un brevísimo video-clip de tu servidora y el mar, grabado por Ximena Cuevas, maravillosa anfitriona de esas tierras, videasta y fotógrafa espléndida. 



Sé Humilde, Aprende a Recibir...........................

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